martes, 9 de julio de 2013

Termino con la avaricia de una canción de cuna, siempre callada, con la sonrisa disimulaba, lo perverso de unos secretos de ayer, de su pasado, la configuración de su personalidad angélical, ya desabrochaba la dualidad que contenía su ser, pillado por espectros fantasmas, eran sus ancestros que le gritaban en pesadillas continuas, de las cuales despertaba sudando y pensando en los gastos de la quincena, en lo mucho que odiaba a su jefa y en lo poco que se valoraba su talento y dedicación, ya con las ojeras cargadas de represión, desde su madre de crianza hasta su abuela, le bastaba con soñar a ojos abiertos los fines de semana para entregarse al sonido y las olas, y cantar en silencio como se había obligado a ser, entre los golpes y las violaciones de su infancia, totalmente sumergidas en un pozo de intima ignorancia, Natalia, desprotegida, y en un regazo de feminidad oculta durante generaciones dónde las heroínas han y seran las primogenitas, lo cual desnudaba a Natalia, arropada en un dejo que la vida le habia puesto por los años a un rincón, del lado oculto ella bailaba, cantaba para sus amigos de la cuadra, se iba a embriagar de cariño con los extraños, porque era una extraña en su propia casa y su mejor compañía y cuidador el perro que adoptaron con los vecinos. Natalia dormida, entre la vigilia de las tareas cotidianas, la oficina y los proyectos que desesperados salían a entregarle la libertad soñada, la posibilidad de formar una banda de pájaros a la mano del cielo, con las lluvias y el otoño, así se fue a bailar y con algunas copas que se salieron del presupuesto, redescubriendo su sensualidad a tropezon con su voz, tomo el microfono en el laud bohemio, dijo calor, y así incendiada naufragando en un mito, de secretos y mentiras, él coloco sus pupilas adolescentes como una semilla en gestación de los sueños de ella, ya eran las altas horas de la madrugada y entre una somnolencia, escucho como la llamaba linda, y ella le pedía horas de cama, y él quería su corazón, pero la llama del fuego, estaba entre el pasado y un futuro no prominente, por supuesto un presente insatisfactorio para el deseo de su alma, su cuerpo lo había relegado a las masturbaciones visuales y casuales que no le exigieran abrir la puerta, concretar el sueño, romper las barreras, el quería levantarla del sueño, deportarla a vivir, si supiera que para salvar a las sirenas con piernas, era necesario un beso de amor desinteresado, incondicional y libre, pero el restaurado al insomnio porque era su lugar para cobrar la garantía de vida a las complicaciones, es momento de retornar y salir, es momento de entregarse al país dónde los héroes desvisten a los santos, y compran helados a las princesas, de esos héroes que usan lentes, y leen libros por docenas, y a veces soportan el maltrato de las instituciones y las personas, de esos héroes que no duermen pensando como ayudar a los démas esperando ayudarse, si son ellos, libremos al pueblo de esta masa de gas.. pero antes besame

jueves, 18 de septiembre de 2008

Otra vez Soñando que Somos Realidad

Otra vez.
Pensando en ti, extrañándote monótonamente, claudicando de la melancolía al azar, para reírme un poco de mí, al sentir de nuevo, la inmensa desesperación de hallarte en mis sueños bucólicos e incontenibles; de concebirme etérea y cansada, prófuga de esta realidad, sometida a la encorvadura inexacta de un sonambulismo carnavalesco, pronunciando a través de los cristales…la insoportable y efímera existencia.
La primera señal, 21 horas…un mensaje contestándome, nos veríamos en la 68, en una hora más, te imagino consolándome, llorando junto con un camello televisivo, quizás después de la cena y dos o tres copas, tenga el atrevimiento de invitarte a un hotel de paso, de los baratos porque todavía no es quincena.
Soñando.
Tu accediste, aún desconozco los motivos, tan mala facha que tienen los tugurios del centro histórico, fue porque también me necesitabas, me empeñe en adherir mi piel febril a tus deseos noctámbulos, me emperre como dirían mis amigos, en hacerte saber que el amor finito se desborda, se entrega y se recibe con las múltiples caricias.
Mis amigos, los de ayer, los que me descubrieron con la mirada perdida, como tonta, distraída, me lo dijeron, pero no quise prestar atención, me advirtieron de los peligros de enamorarse, y la verdad es que me importo poco cuando me desvestía contemplando tus ojos tristes y tu corazón de poeta a la deriva de este mar de incertidumbres y consignas ineludibles.
Silencio…en plena complicidad desnude mi ser, para compactar los miedos infantiles, lejos de un afán supletorio de un ego atolondrado, no me interesaba la reiteración de mi feminidad, para consagrarme en un acoston el sentirme mujer, en mis intentos dislocados mis intenciones superponían al amor como el móvil proyectándose ante cada desato de la impaciencia de mi cuerpo, que se evaporaba en tu mirar sosegado, que desprendía un anexo de paz lejos de las emociones pasajeras, concurrentes a los “jóvenes de nuestra edad”.
Contigo a mi lado, olvidaba los sustentos volátiles de la sociedad de configurarme en alguien de bien, ya sea para mal, confiscaba al intelecto las emociones y los pensamientos conjuntos que pudieran obstruir el apego de mis besos dóciles, violentos, míos y tuyos de este frenesí amoroso sin tiempo.
Somos. Realidad.
Algo, somos algo especial, me desvelan los anhelos, te quiero a mi lado, me desespero a la espera, todavía espero un momento para amarnos, no puedo negarme a los recuerdos, es tu sonrisa la que se envuelve en mi pelo, arráncame los deseos, con tus manos tocaremos el cielo, hoy vuelvo a ti, despacio beberé de tus labios, retomare el pulso y mis heridas anestesiadas, no tienes que entender lo que paso con mi vida, si quieres el mundo te lo cambio, eres lo que se acerca más a lo que he soñado.

jueves, 11 de septiembre de 2008

La inestabilidad de los sentimientos

La inestabilidad de los sentimientos.
Volvemos a conocernos…
Neófita… desnuda Alma María, fruncía todas las comisuras de su boca, como los trozos de una mandarina madura cuando la exprimes, se retozaba pausadamente entre las abolladuras de aquel colchón viejo, donde se acumulaba una mixtura de sudor y penetrante olor húmedo que desprendían las paredes despellejadas a razón del olvido, estás mezclas comunicaban tan furtivamente el aceite marino de su pelo; que hastiaban los instintos varoniles de José Nadie, quien puramente desesperado al respirar el aroma pueril de Alma , con besos atónitos de inocencia la desvestía de su propia piel amarillenta, mientras con un afán que pareciera mórbido pero no era más que sino la falta de experiencia, aplazaba el momento de la culminación de un torcido encuentro.
José Nadie, como su nombre lo apetece, era eso, un pan sin sal, un hombre que rompía los propios estándares de lo común, por ser tan normal y corriente, tan falto de personalidad, tan carente de tendencias apócrifas del intelecto humano para hacerse un poco interesante, que realmente su nombre comprendía sus atributos particulares, la belleza de lo simple.
Alma María era indulgente hasta con sus pensamientos, de un andar torpe que nada tenía que ver con la serenidad de sus ojos acuamarinos retocados con un lápiz negro hecho a base de restos de coral, causaba inéditas emociones en los cuerpos de los ajenos que se atrevían a mirarla más de doce segundos, aunque Alma María era originaria de una urbe que se multiplicaba por millares, su aspecto atolondrado y risueño recordaba al de una muchacha de pueblo, ingenua y sin malicia, sin embargo en lo profundo de sus sienes se contrariaba ante los dogmas que aprendió en la ciudad y su aura cándida e infantil, como cualquier espíritu humano lidiaba diariamente con las incongruencias de su vida, dado que en ciertas ocasiones su bondad rebasaba la brecha natural de la generosidad y la compasión, y en otras el complicado embargo de transitar entre la insensibilidad automática de sus pares, la convertía en una persona desconsolada que deambulaba en los recovecos de su universidad.
Como buena señorita de sociedad asistía a un colegio de paga donde cursaba una carrera MMC (Mientras me caso) por que pese a que su madre era divorciada, ese desfalco circunstancial de su exmarido, no segregaba la responsabilidad de Alma María de conseguir un buen esposo, aunque realmente nunca tuvo un interés genuino por formar un compromiso real con algún hombre, sin embargo cuando acepto ir mostro una motivación fingida por darse el lujo de interactuar con los otros(según su madre la gente que vale de verdad). Quien quiere discutir con su progenitora, se decía a si misma al ver la hora de salida de la academia de Bellas Artes.
En el trayecto hacia su casa, se embriagaba de sus verdaderas pasiones, entregarse al precipicio de la infinita belleza de la naturaleza, trastornando su alma de niña excitada cada vez que el sopor del sol de invierno aturdía los escuálidos vellos de su tez cuasitransparente, el membrete de una sonrisa entrecortada le otorgaba un aspecto celestial, sin saberlo diluía en los desconocidos una invitación íntima para dilapidar su dinero, su tiempo y su vida con ella.
En una tarde sumisa, José Nadie recorría viciado al ritmo de un vals interno, los callejones hambrientos de los movimientos del colectivo de la masa humana, ilícitamente afirmo la debilidad que le producía la soledad, necesitaba ser la víctima de una ficción romántica para permanecer en el entorno cotidiano; dominado de su angustia se dirigió a Alma María quien atraída por el riesgo de tener un contacto humano real accedió a su sutil compañía, a José Nadie le temblaban las manos mientras caminaba sumido el vértigo de la casualidad hasta la puerta de su casa, y en la búsqueda de la belleza de un momento irrepetible, Alma María respiraba sobre su hombro, él conocía las primicias de la resurrección del cadáver exquisito de los amores difíciles y ridículos.
Nos reconocemos…
En un conjunto de anhelos abstractos, se descosían invenciones emotivas de una fantasía idealista, que reflejaban sus carencias infantiles, por esto Alma María se entrego con una docilidad enferma, a un hombre que poco hizo para conquistarla. José Nadie por primera vez comprendía los absolutos horrores de salirse del margen que le imponía su condición humana inherente de simpleza total.
Ambos sometidos a la misma lógica con la que aceptaron caminar juntos aquel tramo hacia la casa de ella, subsecuentemente urdieron un mapa de inquietudes por las cuales sufrieron la victimización por la otredad incontrolable, que los aplastaba de poco en poco; el trasfondo de la relación se convirtió en una infamia maniaca y adictiva, pareciera que cambiaron sus personalidades para descubrir el éter oculto de los miedos postergados, ella nerviosa, obsesionada ante figuraciones repetitivas donde enclaustraba a José rodeado de amantes desproporcionadamente bellas y adultas, mujeres sensuales de caracteres fuertes, en cambio ella débil y sumisa, se relegaba a sí misma y en este sentirse menospreciada por la aparición de amantes siniestras, inexistentes en la realidad, armaba configuraciones de celos póstumos a las conclusiones de un acto carnal, que solo para ella no representaba una vinculación sentimental y amatoria con el otro, porque había puesto a José en otro lugar para sus pensamientos y en un breve rincón incierto de su corazón, en cambio él era presa de los implacables deseos amatorios que estallaban en su vientre, la amaba al grado tal, que cualquier contacto reforzaba los lazos invisibles originarios de una unión siniestra, tras la incongruencia de las permisiones inexactas de sus amores complicados sobre la predilección confusa de herirse.
Quiero estar contigo:
Bajo la fuerza de voluntades alucinadas, enraizaban, la mutua fijación del uno con el otro, alrededor de 5 años secundados por el sentido del humor habrían de concretar un dilema lirico ante las perversiones y bondades de su amor insoportable, lograron escapar por un momento de la aberración de ese amor genuino, para transformar el estadio vulnerable de sus identidades personales mediante la ternura idílica comunista que los envolvía.
Enero de este año, cargando la maleta de Alma, soy tu perro le decía José Nadie, mientras expulsaba algo como un gemidito cansado engranaba el mensaje al inconsciente dormido de Alma, en el asiento trasero del auto los artefactos dispersos de la habitación de una hija de familia, obstruían la vista al conductor inoportuno y desesperado por llegar a la consumación de un sueño caduco, pero sin importarle la agresión que podría causarle lo que ya no se debe digerir, improviso las directrices mentales para aceptar los cambios y las oportunidades de conseguir la tranquilidad al lado de ella, exiliado de las parafernalias habituales, las de siempre y las de familia, quien por obviedad no concordaron con la idea de José sobre el vivir juntos siendo tan jóvenes, transgredió acelerando el motor…. se derrumbaron al pie de la cama, en un ímpetu furtivo se dieron a sí mismos…